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'Mi hijo no fue', dice padre del hombre sentenciado por asesinar a Barbarita

Asegura que purgó sentencia por un crimen que no cometió

Francisco Cisneros/El Diario

miércoles, 16 octubre 2019 | 14:47

Parral.- Una olla de presión símil de un cronómetro encabezó la reunión. “Lo violaron, lo golpearon y me lo maltrataron... mi´jo no fue...”, en resumen son palabras de José Socorro García, padre de Jesús José García, el supuesto asesino de la niña Barbarita, crimen por el que pasó 12 años en prisión y recién acaba de ser liberado.

“Hasta ropa nueva le regalo la procuradora a mi hijo, lo pasearon en un Marquis blanco”, sostiene al hacer declaraciones que rompen el silencio, para mostrar lo que existe entre la verdad y lo legal, ambigüedades que estrecharon distancias desde aquel año 2006, cuando una menor de nombre Barbara Jazary Batalla Alvarado fuera encontrada sin vida en macabras condiciones.

Una causa penal numerada con el folio E1 388/2009 dejó en libertad a Jesús José García Gándara. El padre se atrevió a hablar, 12 años y medio después.

 Martes 20 de marzo, un gregoriano marcaba el año 2007, el medio día se asomaba. La jornada de José Socorro pausaba y los ladrillos en el “cocedor” comenzaban a “amarrar”. Consciente de las discapacidades mentales de Pepe su hijo, éste lo acompañaba a sol y sombra bajo su resguardo.

 “Ve tráete una soda ahí cruzando la carretera”, fueron los términos de despedida, previo a que un vehículo llegara por Jesús José y la trama comenzara.

“Era gente de la procuradora”, narra José Socorro, sin despegar su mirada a un carcamal limpio cuyo fin es ser su mesa. “Se llevaron a mi´jo y hasta el domingo volví a verlo, fue cuando me dijeron quesque él había sido el asesino”, puntualizó y luego observó al reportero, mientras aquella olla casi estaba lista para anunciar la ebullición, sin importar qué hubiera en su interior.

 Prendió un cigarro y se endurecieron las facciones del padre, pensó en decirlo pero luego lo sentenció: “Tengo miedo que vayan a venir y me den en la madre y a mi´jo también”, continuó la charla “¿A cuántos detenidos la procuradora personalmente les regala ropa nueva todos los días? ¿Será normal?”. El interrogatorio cambió de lugar por breves instantes. La duda es evidente en cada palabra de un progenitor visiblemente angustiado.

 Después de cumplir una pena de 12 años y seis meses en prisión, de acuerdo a la autoridad por el asesinato de la niña Bárbara Jazary el pasado 29 de septiembre de 2006, Jesús José volvió a descansar con los suyos, en libertad, lejos del calvario que fue la carcel, donde un par de abusos sexuales, brutales golpizas y humillaciones fueron sus acompañantes, ni siquiera por unos días, por una década completa.

Hoy la sociedad le recibe con desprecio y coraje, pues quienes lo juzgan partieron de la versión oficial, no de la narrativa de un padre afectado, de la historia de claroscuros que ellos mismos como sociedad algún día dudaron.

 “Nunca le prestamos mucha atención a los accidentes que el niño sufrió, golpes en la cabeza, ideas muy raras, el niño estaba trastornado”, declaró quien le dio la vida al “asesino”, sobrenombre al que ya se acostumbró la familia García. No tiene otro ni han podido encontrar alguno mejor, las personas los lapidaron, jamás hubo contraparte ni derecho de réplica.

 “¡Es que ya se declaró culpable!” “¡Quién lo iba a imaginar!” “¡Chivo expiatorio!” “¡La familia fue!” “¡Trata de menores!” “¡Loco se la llevó!”, fueron los titulares que no quedaron en un impreso, pero si de boca en boca, de patio en patio, de oficina en oficina. Contrastes, contraposiciones y de acuerdo al narrador, una verdadera vacilación.

La moneda ya voló y se quedó en el aire porque pocos estuvieron de acuerdo con su aterrizaje, hay dos versiones, la autoridad se ajustó a una y más no se involucrarán en esa amarga carpeta.

 Jesús José fue presentado el pasado 20 de marzo de 2007 por la Procuraduría General de Justicia del Estado -a cargo estaba Sandra Salas, desconocido su paradero. Fue legalmente señalado como orquestador y ejecutor del brutal crimen en contra de la menor.

En aquel entonces si fue capaz de inteligir un crimen que burló autoridades, hoy en día la justicia lo declara incapaz, interdicto, imbécil, términos jurídicos que lo marcaron.

 El sonido del utensilio exprés comenzaba a agudizarse. El final de la entrevista se acercó, la comida sería servida, pero de ella no degustaría el imputado y sentenciado, ya liberado. ¿Motivos? Se encuentra fuera de la ciudad, resguardado, pues decenas de amenazas juran quitarle la vida.

El clamor de un padre desesperado no basta, la justicia ya sentenció, el culpable ya purgó y la sociedad ya juzgó.

 Y es que un caso que marcó a Parral, a una región, al estado, no podría tener menor importancia. Un tomo resguardado ante los tribunales que no podría ser sostenido por un solo hombre contiene cientos de declaraciones, leerlas deja más dudas que respuestas.

¿Culpables? ¿Fueron las autoridades? ¿La familia de la víctima? ¿Pepe?

La olla derramó y el fuego apagó en el momento, Socorro se levantó y al interlocutor despidió.